Dicen que es un mito, que todo es psicológico pero
os aseguro que es real y la estoy viviendo ahora mismo.
Total salgo de la ducha sin ningún ápice de
sueño a la vista, me desenredo el pelo, ¿Quién dijo, que suerte… que liso
tienes el pelo? Y una leche, me peleo con el peine para quitar los nudos que se
crean cada vez que me lo lavo y cuando a la vista no hay ninguno, me siento en
el wc, o si, es lo menos glamuroso del mundo pero me niego a estar más de diez
minutos de pie con la cabeza bocabajo, a riesgo de relajarme tanto y darme una
leche contra el lavamanos.
Como el anuncio de pantene levanto la cabeza, mi cabello, suave y liso la sigue. Me miro al espejo, termino de
ponerme con los dedos la melena es su sitio y me voy a vestir.
Y como rutina cojo las llaves del coche,
compruebo llevar el dinero mínimo para desayunar y alguna urgencia, o en su
caso la tarjeta del banco, me cuelgo el portátil en el hombro, acordándome de
muchos mientras este desequilibra mi columna vertebral, y lo más importante del
mundo mundial el móvil, sin él no soy nada, pero aún no he cogido todo cargada
como una mula voy al baño cojo la ropa que dejé en el suelo y la cojo como
puedo para llevarla al cubo de la ropa sucia que esta de camino a la salida.
Pues nada doy un casto beso en la mejilla a mi
peque que casi despierto, y como lo haga mi costi sí que se va a enfadar, le
doy otro a él, en los labios intentando molestarle lo máximo posible y comienza
la carrera. Preparados listos ya…
Miro la hora y me he pasado diez minutos de la
hora, nunca fallo… Así que no hay más remedio, bajo las escaleras lo más rápido
posible, y cuando llego a la puerta de la calle intento recordar donde aparqué
el coche, después de dos minutos de confusión, lo recuerdo arriba a la derecha
(si si esta es nuestra forma de recordar donde está el coche) camino a toda
prisa casi sin mirar a nadie, si veo algún vecino, un holaaaaa pasante al igual
que mi cuerpo apenas pueden oír y ver.
Sigo conduciendo escuchando los 40
principales, oh sí soy adicta a esa emisora, lo reconozco. Me adentro en el
tráfico de la ronda (la autopista que va por la costa, para los que no son de Barcelona),
que gracias a ser agosto el tráfico es fluido, apenas inexistente y un gritito
salé de mi garganta, uno muy agudo y satisfactorio al saber que no voy a llegar
tarde. E intento acelerar para llegar al
parquin de mi empresa.
Cuando por fin logro llegar a mi mesa, dejo el
bolso, el móvil, monto el portátil lo arranco y abro la aplicación de correo
electrónico, mis ojos van a salirse de las cuencas, cuando me levanto hacia la máquina
de café; el cual no me gusta, pero necesito respirar hondo para asumir que me
esperan más de cuatrocientos emails sin leer, cada uno de ellos espera mi
contestación, y en muchos de los asuntos la palabra urgente se repite.
Y que no es urgente después de tres semanas,
vuelvo a mi sitio e intento que el día pase lo antes posible sintiéndome frustrada,
porque no me ha tocado el euro millón y he tenido que volver al trabajo.
Esto es la depresión post-vacacional, la que
aún perdura en la segunda semana de reincorporación laboral.
PD: Ahora viene cuando explico que es una parodia del primer día, y que nadie se sienta ofendido. Soy consciente de la situación de desempleo.
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